RECORDANDO A DON XAVIER UBACH

Por Juan Antonio García-Cuerdas

A aquellos que hemos sido socios de Estadio Español desde hace varias décadas, se nos hace fácil recordar la figura de Xavier Ubach Sabaté (Barcelona, 1917-Santiago de Chile, 2004). Le veíamos día a día recorriendo las diversas dependencias del Estadio con mirada vigilante o los fines de semana en el Casino departiendo afectuosamente con sus innumerables amigos, lo cierto es que parecía que siempre estaba ahí.

Y no podía ser de otra forma ya que durante treinta y un años consecutivos, a partir de 1959, sirvió los cargos de Director Social y Cultural, Secretario, Vicepresidente y finalmente Presidente los últimos quince años. Un verdadero récord  de permanencia en el Directorio de nuestra institución.

D. Xavier llegó a Chile en 1952 y poco después casó con Hilda (Nena) Gili Bisbal, hija de catalanes residentes oriundos de Capellades. De manera que su catalanidad la pudo plasmar familiarmente en el cultivo de las tradiciones y lengua materna con sus hijas Meritxell y Georgina y su nieto Manuel Mayo Ubach.

Sin embargo, su acendrado catalanismo lo compatibilizaba sin obstáculos con un intenso amor por lo español, y más allá, por el legado de España en América, lo que lo convertía también en un hispanista de fuste. Todos estos afectos los transmitió a su familia que siempre lo acompañó en los diversos desafíos que asumió. Porque no sólo Estadio Español supo de sus desvelos, también fue Presidente del primer Consejo de Residentes Españoles en Chile, Consejero durante cuatro años del Consejo General de la Emigración en España, Director y Vicepresidente de la Asociación de Instituciones Españolas de Chile y Director del Instituto de Cultura Hispánica.

Su paso por Estadio Español y las huellas de su gestión se han mantenido indelebles a través del tiempo y están asociadas a una gran parte de la historia de esta entidad. Desde un comienzo tuvo una clara visión, inspirada en la de los fundadores, de lo que debía llegar a ser Estadio Español y esa fue la misión que se propuso. Tendría que ser una institución que acogiese a todos los miembros de cada familia y en la que a su vez las familias se relacionasen social, cultural y deportivamente. Y ello dentro de un ambiente en que lo hispánico lo permease todo de manera sutil.

Xavier Ubach fue siempre un gran aficionado a la lectura, a los deportes y a la música, de tal manera que sus afanes directivos y sus realizaciones se orientaron primordialmente a estas áreas. Así, fueron surgiendo trinquetes renovados para la práctica del frontón, camarines, un magnífico gimnasio, una cancha de fútbol y otras obras. Las cuatro Ramas existentes hasta entonces: Tenis, Frontón, Bolera Asturiana y Bolera Burgalesa, se incrementaron gradualmente. Como Director Cultural en 1961 tuvo la feliz iniciativa de promover la ejecución de danzas españolas mediante clases de baile a cargo de su gran amigo el maestro Antonio Larrosa Andreu, embrión de lo que posteriormente sería la Rama de Danzas. Sin duda, ejerció un liderazgo positivo en que se conjugaban su modestia de hombre de bien y su espíritu realizador. Creía que Estadio Español era un obra destinada a perdurar y que ello se lograría sólo por “la acción mancomunada de muchas voluntades” a lo largo del tiempo.

Su amplia cultura autodidacta lo convirtió en un hombre ilustrado que se prodigaba en sus conversaciones participando en la “Cofradía del Buen Yantar y de la Palabra” y en los “Caballeros de la Mesa Redonda”, grupos de amigos que se reunían periódicamente. Aquellos que alguna vez recurrimos a su consejo también encontramos acogida y palabras sabias que hasta hoy agradecemos.

Como es de suponer, recibió merecidamente una gran cantidad de distinciones honoríficas de variadas instituciones a lo largo de su trayectoria, siendo las de mayor relevancia la Real Orden de Isabel la Católica y la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, ambas concedidas por S. M. el Rey Juan Carlos I de España.

El año 2000, con motivo del 50 aniversario de la fundación, señalaba que durante sus largos años en el Directorio de Estadio Español apreció como se iba consolidando “la creación de un ente de cuerpo y alma”, anhelo principal de los fundadores y de sus continuadores. Decía sentir que flotaba en el ambiente “un aura invisible” que se percibía en el espíritu familiar que imperaba, en el trato cordial entre los socios, en la actividad cultural, en la asistencia a la misa dominical oyendo al coro, asistiendo a las actuaciones teatrales, vibrando con las danzas españolas y el folklore chileno, viendo a los niños jugar y saltar alegremente, observando la serenidad de los ancianos en su lento caminar y asistiendo como espectadores a los deportes practicados por los jóvenes. Finalmente sentenciaba: “Todo el cúmulo de estas sensaciones y vivencias, sentidas en forma íntima e intangible, nos perfilan la existencia del Alma del Estadio Español”. Ayer, tal como hoy…

Publicado enRevista Estadio Español nº 8 (Marzo, 2015): pág. 2. Editada por Estadio Español de Las Condes.

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RECORDANDO A DOÑA MARGARITA FERRER DE FERRER. FUNDADORA DEL HOGAR ESPAÑOL DE SANTIAGO EN 1916

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Desde inicios del siglo XX, un entramado de instituciones –sociales, deportivas, culturales, benéficas, regionales y otras– se fue tejiendo entre los inmigrantes españoles afincados en Chile, con el fin de crear espacios de encuentro, al alero de la común nostalgia por su patria, su gente y sus costumbres. En este proceso, que duró décadas y cuyos resultados aún perduran, llama la atención la históricamente escasa presencia de mujeres en los cuerpos directivos de estas instituciones filantrópicas, situación que ha ido cambiando con los años.

El Hogar Español de Santiago –próximo a celebrar su centenario en 2016– y su fundadora, Margarita Ferrer de Ferrer , constituyen una notable excepción en este panorama.

Nacida en 1883 en la localidad de Inca (Mallorca), se casó en 1904 con Antonio Ferrer Estrany, (Inca, 1883-Viña del Mar, 1953), quien llegaría a ser propietario de una importante fábrica de zapatos ubicada en la Avenida Matta de Santiago. Tuvieron tres hijos: Guillermo, Jaime y Antonio.

A inicios del año 1916, ella vislumbró las tragedias que vivían algunos hijos de familias inmigrantes españolas, cuando alguno de los progenitores fallecía, o bien, cuando la familia caía en la indigencia. No existían ayudas sociales del estado chileno y, en el mejor de los casos, la colectividad intervenía a través de la Sociedad Española de Beneficencia, con una exigua mesada temporal. La situación de abandono y marginalidad en que quedaban los menores terminaba en un drama.

Discurrió entonces, en la necesidad de crear una institución que pudiese cobijarlos. Fue así como el 27 de julio de 1916 logró reunir en los salones del Círculo Español a quince compatriotas, con la finalidad de crear una asociación. Un mes después, el 27 de agosto, se celebró una primera Junta General con la presencia de treinta mujeres que dieron vida a la nueva entidad y designaron a su primer directorio que quedó presidido por Margarita Ferrer de Ferrer y compuesto de un total de nueve directoras. Quedó establecido que se creaba “con el principal objeto de fundar un Hogar Infantil Español, para los hijos de españoles indigentes, y a fin de proporcionarles un ambiente sano para su bienestar personal y para que más tarde puedan ser un elemento útil a sus padres y a la sociedad en general”.

Desde la fundación, ocuparon diversas casas en arriendo o propiedad donde acogieron a decenas de niños, financiando la obra de las más diversas formas. En 1930 los Estatutos se modificaron para crear además “un anexo para españoles ancianos de más de sesenta años que se hallen físicamente imposibilitados”. Al año siguiente, se incorporaron al directorio algunos varones como asesores, aunque siempre en minoría, estatus legal que se ha mantenido hasta hoy.

En 1935 compraron los terrenos de calle Alcántara, en Las Condes, y con la colaboración de buena parte de la colonia, se logró en 1941 terminar la obra gruesa del edificio principal, al que se irían uniendo nuevos pabellones, que darían paso –a fines de 1946– al actual Hogar Español.

Un año antes, el gobierno español le había concedido a Margarita Ferrer la Gran Cruz de Primera Clase de la Orden Civil de Beneficencia.

Sin duda, detrás de este Hogar estuvo ella, quien durante veintisiete años lo presidió, y desde 1948 hasta 1958 continuó como directora, siendo designada ese año Presidenta Honoraria. Mientras su salud se lo permitió, fue una activa asesora del directorio hsta 1970, falleciendo a mediados de 1973.

El Hogar Español –institución que enorgullece a la colectividad y a España– es la suma de muchas voluntades y contribuciones puestas al servicio de un noble ideal de solidaridad. Sin embargo, fue el liderazgo indiscutible, la acción decidida y el empuje constante de su fundadora, acompañada de otras voluntariosas mujeres, lo que llevó a la institución a destacarse y trascender en el tiempo. Hogar Español se apresta a celebrar su centenario el año 1916 y la impronta indeleble que marcó en la institución su fundadora se mantiene vigente.

Publicado enRevista Estadio Español nº 10 (Octubre, 2015): pág. 2. Editada por Estadio Español de Las Condes.

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MIGUEL PASCUAL SOTO

Su paso por las dependencias de Nevería no fue en vano. La fructífera labor realizada en la institución durante décadas –como tesorero y vicepresidente, entre otras– le valió ser nombrado por el Directorio de la época como Socio Benefactor, en abril de 2014. Se reconocía así su intenso y continuo trabajo en directivas, obras sociales y especialmente benéficas, que fueron su motor central

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Miguel Ángel Pascual Soto –que ingresó como socio del Estadio Español a los 14 años de edad, en febrero de 1957– nació en la ciudad de Logroño, en la Comunidad Autónoma de La Rioja, en 1943. Junto a sus padres -Blas Pascual Amestoy y Rosalía Soto Carrillo- y sus hermanos Antonio y Carlos, se radicó en Chile siendo un niño. En los Hermanos Maristas de Santiago finalizó sus estudios secundarios y posteriormente efectuó cursos de corte, confección y sastrería tanto en Chile como en España, lo que le permitiría más adelante dedicarse al comercio. Eligió entonces abrir un taller para fabricar vestuario de niños, adultos y colegiales, actividad a la que se dedicó durante varias décadas. Paralelamente a los inicios de su desarrollo empresarial, formó una familia con Rosé Díaz Auré. Fruto de esa unión fueron sus dos hijos, Miguel y María Victoria. Sin embargo, cuando solo tenía 27 años de edad, enviudó en forma prematura. Tras superar ese doloroso trance, viajó a España, donde se casó con la logroñesa María del Carmen López-Echazarreta Gil, con quien tuvo a su hijo menor, Ignacio.

Su paso por las instituciones de la colectividad española fue muy destacado. La Sociedad Benéfica La Rioja fue su principal desvelo desde 1972 y a lo largo de 28 años. En ella ocupó diversos cargos de responsabilidad hasta culminar –en 2000– ejerciendo la presidencia durante cinco años. En esa institución no solo realizó una tarea directiva, sino también una abnegada labor social de visita y acompañamiento a riojanos en situaciones aflictivas. Allí desplegaba permanentemente todo su humanismo y bondad. Asimismo, fue miembro del directorio de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, y participó por años en cargos del Directorio del Estadio Español.

Como sus hijos buscaron su desarrollo profesional fuera de Chile, Miguel Pascual decidió retornar en 2008 junto con su esposa a su querido Logroño y radicarse definitivamente allá. Así estaría más cerca de sus hermanos y de su madre, que ya lo habían precedido en años anteriores. No obstante, no se olvidaba de Chile y solía visitar esta tierra durante breves períodos vacacionales. En esas ocasiones, era habitual verlo a diario en el casino del Estadio saludando y departiendo con sus amigos.

A los 71 años, el 14 de enero de 2015, Miguel Pascual falleció, dejando el recuerdo de su vibrante españolismo, de su carácter altruista y de su amistad entrañable y sencilla.

Publicado enRevista Estadio Español nº 11 (Diciembre, 2015): pág. 2. Editada por Estadio Español de Las Condes.

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BENIGNO SÁINZ LÓPEZ

Participó en la fundación del Estadio Español de Las Condes y en varias instituciones de la colectividad. En todos los ámbitos, destacó por su sentido humanitario y generosidad

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Al suroriente de la provincia de Burgos y enclavada en la denominada Sierra de la Demanda, se encuentra Vallejimeno. Es una pequeña localidad, situada en una dehesa, a poco más de mil metros de altura, rodeada por una abrupta geografía montañosa que conoció mejores épocas en siglos pasados con la lucrativa crianza de ovejas merinas.

En dicho lugar, en el hogar de José Sáinz y Segunda López reinaba la alegría el 28 de junio de 1908 cuando nació el quinto y último de sus hijos, que venía a incrementar la familia y la escasa población local. El nombre sería Benigno, el del santo de ese día. Y para quienes creen que el nombre es un rasgo de identidad de quien lo porta, no era inocuo bautizar a un niño así. Benigno se iría apropiando de este nombre, y a la vez adjetivo calificativo, sinónimo de bondadoso, generoso y humanitario.

Las duras tareas cotidianas de cultivo de las huertas familiares, el inminente llamado a la “mili” y las pocas expectativas que presentaba Vallejimeno para un joven como él, quedaron atrás cuando el año 1926 recibió la llamada de su hermano mayor Fernando, que desde 1911 se encontraba en Santiago de Chile. Había logrado establecerse como comerciante en el sector de Estación Central y necesitaba una persona de confianza que le apoyase en sus negocios. La suerte estaba echada, Benigno, de 18 años, debía partir. Sin amilanarse aceptó el desafío. Tras cuatro semanas de travesía llegó a la bulliciosa Estación Mapocho, donde logró reconocer entre el gentío a Fernando por el parecido con una de sus hermanas.

El aprendizaje del oficio fue fatigoso, las jornadas eran largas. Cuando había posibilidad, se acercaba al frontón del Estadio Santa Laura, afición que había adquirido de niño cuando con otros jóvenes de Vallejimeno usaban la pared posterior de la iglesia para esta práctica.

Pero Benigno sabía lo que quería, su rumbo apuntaba a independizarse, estableciendo su propio comercio, y estaba dispuesto a colocar todo su tiempo, esfuerzo y ahorro. Dos décadas después lo había logrado y era el propietario, junto a su hermano, de los almacenes y fábrica de colchones y somieres El Sur, en calle San Diego. De ahí en adelante tendría más tiempo para desplegar su vocación humanitaria, que desarrollaría sin intermitencias hasta avanzada edad. En 1946, Benigno ya figuraba entre el grupo de dirigentes que firmaron el Acta de fundación del Estadio Español, y al inaugurarse en 1950 formaba parte del primer directorio de la institución.

Pocos años después se involucró además en el desarrollo de la Sección Frontón, con el propósito de mejorar la infraestructura para la práctica de la pelota vasca. De esta sección fue su presidente y un activo deportista hasta la tercera edad, concurriendo a varios campeonatos mundiales como dirigente y entrenador.

Pero sus afanes filantrópicos en favor de la colonia no se quedaron sólo en el Estadio Español, se extendieron también a la Colectividad Burgalesa, de la que fue diligente miembro de su directorio y colaborador hasta su fusión con la Colectividad Castellano-Leonesa, en 1994. Asimismo, entre las décadas de 1960 y 1980, participó activamente en el directorio de la Sociedad Española de Socorros Mutuos y Beneficencia, ocupando el cargo de tesorero e integrando varias de las comisiones internas. El Hogar Español también supo de su ayuda. Recordadas son las travesías en su camioneta por San Diego y calles cercanas, junto a la madre Espíritu, recogiendo donaciones de los comerciantes españoles de la zona.

Benigno era un español de tomo y lomo, que bregaba por el bienestar de sus compatriotas. Nunca se escuchó un mal comentario sobre él; se destacaba su comportamiento intachable, dedicación a la colonia y su honorabilidad comercial. Sus clientes lo apreciaban sinceramente. Sentían que sus colchones durarían toda la vida y quedarían para la siguiente generación, porque Benigno fabricaba cada uno como si fuesen para su propio uso. También cultivó grandes amistades y afectos en el Estadio Español a lo largo de su vida. Su trayectoria como dirigente fue reconocida por el gobierno español, cuando se le otorgó la condecoración de la Orden de Isabel la Católica en justo reconocimiento a sus méritos.

En el plano personal, se casó el 22 de abril de 1959 con Esperanza Cambil Escobar, hija de andaluces, con quien tuvo dos hijos, Mónica y Fernando. La llegada de los nietos –Lucas y Sofía, además de Martín, al que no conoció– fueron parte de sus grandes alegrías, luego de dejar los negocios el año 1986.

Tras una larga y fructífera vida, y con la satisfacción de sentir que había cumplido con su misión en este mundo, se fue de manera discreta, como había sido él, sin sufrimientos ni enfermedad, cerrando sus ojos en la paz del Señor el domingo 8 de marzo de 1998.

Publicado enRevista Estadio Español nº 12 (Mayo, 2016): pág. 2. Editada por Estadio Español de Las Condes.

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FRANCISCO JAVIER SIERRA MARTÍNEZ. Dirigió con destreza varias instituciones de la colectividad española y en todas dejó su impronta

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Colunga es una pequeña villa asturiana, cercana al mar Cantábrico, que acoge a casi un millar de habitantes. Es la capital del Concejo del mismo nombre, que comprende trece parroquias dispersas entre valles y suaves montañas, en medio de un fascinante paisaje de un verde perenne. La zona exhibe variados testimonios de aquellos emigrantes que luego de “hacer las américas” retornaban a su tierra e invertían en ella sus ahorros.

Allí, en una familia con tradición migratoria, nació el 11 de mayo de 1915 Francisco Javier Sierra Martínez, el menor de doce hijos. Efectuó sus estudios en las Escuelas Cristianas de la Salle y una vez concluidos, junto a su hermano Luis, emprendió en 1931 el viaje a Santiago de Chile para unirse a sus cuñados Francisco y Ramón Santos, dedicados al comercio. Un lustro después, y asociado con su hermano Luis y un cuñado, estableció una pequeña tienda de géneros en la entonces pujante calle San Diego. A poco andar, la tienda creció y pasó a la esquina de San Diego con Avenida Matta, surgiendo la Casa Sierra, que llegaría a ser un comercio tradicional del sector.

Frisando los 30 años de edad comenzó a involucrarse en el quehacer de las instituciones de la colectividad española. Participó en el grupo fundador del Estadio Español, que en 1946 daba sus primeros pasos. En 1950, una vez inaugurado, fue tesorero y luego presidente de la rama de Tenis. En paralelo, se incorporó al Directorio general, donde llegó a ocupar la presidencia entre 1958 y 1960, conduciendo a la institución por el mismo camino de expansión y mejoramiento que se habían propuesto sus tres antecesores.

Una vez que dejó la presidencia, sus afanes hispanistas y de servicio a la colectividad se enfocaron en la Sociedad Española de Socorros Mutuos y Beneficencia. Fundada en 1889 y situada desde la década de 1930 en calle Ejército, tenía por entonces más de seis mil socios que confiaban su salud a esa institución. Contaba con un centro médico, cobijado en una gran casona, y dos mausoleos en el Cementerio General.  En 1965, Javier Sierra fue elegido vicepresidente, y presidente, en 1973. Su etapa como dirigente en la “Socorros Mutuos” coincidió con grandes realizaciones: en 1964 levantó un nuevo mausoleo, el nº 3, y en 1972 inauguró un moderno Centro Médico, equipado y atendido por un cuerpo de profesionales multidisciplinario. Sin embargo, el gran sueño era la construcción de un Hospital Español. Para fines de la década de 1970 ya contaban con el proyecto de un edificio de 11.000 m2 distribuidos en nueve pisos. En 1979, junto con cumplir la institución 90 años de existencia, y tras tenaces esfuerzos encabezados por Javier Sierra, se habían iniciado los trabajos que avanzarían hasta concluir la obra gruesa. 

Pero el azaroso destino iba a jugarle una mala pasada. En 1980 su brillante gestión se vio interrumpida abruptamente por un problema de salud que lo obligó a dejar sus actividades como dirigente, entre ellas también la vicepresidencia de la Asociación de Instituciones Españolas de Chile (AIECh), que desempeñaba desde 1971.

Para entonces, el gobierno español lo había distinguido en 1974 con la Real Orden de Isabel la Católica. Justa y merecida distinción para quien destacó por su dinamismo y liderazgo emprendedor, pero también por la generosidad con que prodigó su tiempo desinteresadamente en favor de propios y extraños.

En el plano personal, formó en 1944 una familia con Nora Angulo Campos (Santiago, 1928-ibíd., 2013), matrimonio del que nacieron seis hijos.

Al evocar a Javier Sierra se vienen a la memoria los sugestivos versos que Vicente Lueje, primer colungués emigrado a Chile en 1835, plasmó en una placa colocada en la fachada de su casa, en 1859: En el piélago profundo, me arrojé con gran valor, y navegué sin temor, a lo más lejos del mundo. Qué duda cabe que Javier Sierra Martínez tampoco temió: ni a alejarse de su villa, ni a enfrentar los desafíos. El 20 de marzo de 2003, en medio del respeto y afecto de la colectividad, partió en su viaje definitivo.

Publicado enRevista Estadio Español nº (2017): pág. 2. Editada por Estadio Español de Las Condes.

Fuentes utilizadas: Archivos propios y entrevista al Dr. Luis Cueto Sierra, sobrino de Francisco Javier Sierra Martínez.

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A 25 AÑOS DE LA INAUGURACIÓN DEL RINCÓN RIOJANO Y DE LA SECCIÓN CULTURAL Y RECREATIVA RIOJANA (Una serie de afortunados hechos se alinearon y permitieron, hace un cuarto de siglo atrás, que se inaugurase el Rincón Riojano, y junto con él se crease una nueva Sección al interior del Estadio Español)

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Sede de la Sociedad Benéfica La Rioja

La colectividad riojana, cuya existencia institucional data del año 1911, mantenía desde 1944 su secretaría en una oficina al interior del Círculo Español, situado en la avenida Alameda. Con el paso de los años, esa ubicación se había vuelto lejana e incómoda para la mayoría de los directores, a lo que se sumaba que el eje de las principales actividades de la institución se había desplazado desde hacía largo tiempo al Estadio Español. Este inconveniente estaba en la mente de los directivos riojanos, pero la solución tardaba en madurar.

El año 1991 asumió como presidente de la Sociedad Benéfica La Rioja José María Viguera Izurieta (Ortigosa de Cameros, La Rioja, 1933-Santiago de Chile, 2007), un líder carismático, lleno de energía y con ideas claras respecto del futuro de la colectividad riojana. Este había vislumbrado con certeza que el desarrollo de la colectividad debía vincularse al Estadio Español y proyectarse en su interior. Esta institución era la expresión más viva de la colonia española, debiendo ser el semillero dentro del cual surgirían los futuros dirigentes del colectivo riojano, que permitirían asegurar la pervivencia de las tradiciones y cultura riojana durante un largo tiempo. En paralelo, el año 1991 juraba como presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja José Ignacio Pérez Sáenz, quien desde los inicios de su mandato mostró una especial afinidad, no vista en sus antecesores, con los colectivos riojanos situados fuera de esa Comunidad, y en especial con los de Chile y Argentina.

José María Viguera atisbó que el momento para que los riojanos tuviesen una casa propia había llegado. Con su recordado estilo campechano y querible, se acercó al presidente de la Comunidad para solicitarle el apoyo económico de esta, destinado a edificar una casa de La Rioja en los terrenos del Estadio Español. Su iniciativa encontró rápido eco, y así es como a mediados de 1991, con el financiamiento asegurado y con el anteproyecto encargado al arquitecto riojano Jesús Chávarri del Campo bajo el brazo, se sostuvieron conversaciones con los presidentes de la Inmobiliaria Estadio Español, Martín Pascual Soto, y de Deportes Estadio Español, Salvador Calera González. Una vez que estos, de acuerdo con los directorios que presidían, aprobaron el proyecto, se colocó la primera piedra en septiembre de ese año. Fue una entrañable ceremonia, en que se utilizó zurracapote, vivificante bebida típica de La Rioja, para la mezcla del cemento, simbolizando la mixtura de culturas y voluntades que se daban la mano en esa ocasión.

A la extrema izquierda el padre José Goyena, José Blanco Lería, Juan Antonio García y Gonzalo Santolaya. En un primer plano José María Viguera.

Pero José María Viguera no estuvo solo en este empeño. Muy de cerca fue apoyado por Miguel Pascual Soto, su vicepresidente, y también por el director Jerónimo Sáenz-Laguna Rincón. En la etapa de edificación, los ingenieros-constructores y también directores de la colectividad riojana, José Martín Blanco García y Gonzalo Santolaya de Pablo, tuvieron un papel relevante. Por su parte, el director Juan Antonio García Sánchez se preocupó de los estatutos y constitución de la nueva Sección Cultural y Recreativa Riojana, que tendría vida paralela con la Sociedad Benéfica La Rioja y similares directores.

En noviembre de 1992 se celebró en el Estadio Español de Santiago de Chile el Segundo Congreso Mundial de Centros Riojanos, al cual asistió el Alcalde de Logroño, Manuel Sáinz Ochoa, y delegados de diversas partes del mundo. Para la colectividad riojana de Chile el aspecto central de dicho Congreso se enfocó en la inauguración del así denominado, Rincón Riojano, que hacía realidad los anhelos de un grupo de soñadores y de toda una colectividad.

Un cuarto de siglo ha pasado desde entonces, y este edificio sigue acogiendo a las más variadas manifestaciones de la cultura y tradiciones riojanas contribuyendo a que dicho colectivo mantenga su pujante espíritu y un proyecto de futuro. La visión y determinación que tuvieron sus dirigentes hace veinticinco años atrás, siguen entregando hoy satisfactorios frutos, y a la par, enriqueciendo el multicultural acervo regional de Estadio Español.

Publicado enRevista Estadio Español nº 16 (Diciembre, 2017): pág. 8. Editada por Estadio Español de Las Condes.

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LA POBLACIÓN NUEVA ESPAÑA DE LA CISTERNA. UN OLVIDADO FARO DE HISPANIDAD

Desde 1907 se alza en la comuna de La Cisterna la que fue una urbanización habitacional satélite creada por españoles. Allí la colonia hispana conmemoró en 1909 por primera vez, de forma pública y masiva, el 12 de octubre

Sus vecinos han mantenido la devoción a la Virgen del Pilar, cuya imagen, expuesta públicamente en lo alto de un pedestal, fue entronizada en 1910

Por Juan Antonio García-Cuerdas

A mediados de la primera década del siglo XX un entusiasta grupo de españoles liderados por Manuel Pombo Díaz, Juan Llamazares Fernández, Antonio Bejide y Marcos Rivera decidieron crear una comunidad mercantil denominada Población Nueva España. Su objetivo era la compra de un terreno, de aproximadamente cincuenta hectáreas, ubicado en lo que es hoy la comuna de La Cisterna. Aquel deslindaba al norte con el camino El Parrón (es la actual avenida de ese nombre en el paradero 21 de la Gran Avenida); al sur con la Población Biaut; al poniente con el Camino Lo Ochagavía (actual Ruta 5-Panamericana) y al oriente con predios agrícolas, que lo distanciaban unos setecientos metros de la actual Gran Avenida.

Santiago y sus alrededores el año 1929 (véase la flecha azul)

En este terreno se desarrolló a partir de 1906 un loteo y urbanización de noventa amplios sitios destinados a “villas de recreo”. Se trazaron cuatro avenidas, tres calles y dos plazas, además se levantaron un almacén para la venta de víveres y un “casino” como lugar de encuentro y recreo de los vecinos. Los españoles que formaban parte inicialmente de esta comunidad, además de los señalados al comienzo, fueron los siguientes: Luis Agulló, Martín Alujas Aris, José Arbea Pemán, Antonio Badía, José María Couso Pérez, Ramón de la Vega Córces, Juan Delfau, José Forteza Ubach, Gregorio García, Juan Ibáñez, Eduardo Jaquen, Eusebio Llamazares Fernández, Juan Martín, Antonio Matute Sánchez, Antonio Montero Bindis, José Noriega de la Vega, José Ventura Palacios, Antonino Pascual Casado, Sebastián Pueo San Martín, Juan Puigrredón Mora, José Roel, Dámaso Ruiz Redondo, Ramón Salazar, Jacinto Sánchez Toral, Felipe Solé e Isidro Tort Rodó.

Las vías públicas de esta Población fueron denominadas con nombres alusivos a España y a la hispanidad, como muestra del entrañable afecto de los comuneros a la patria lejana. Así surgieron las calles Isabel la Católica, Colón, Hispanoamérica, Chile-España y Virgen del Pilar. Como también las plazas Miguel de Cervantes y Emilio Castelar.

La Población Nueva España se conectaba con Santiago mediante tranvías eléctricos. Estos circulaban desde el centro de la ciudad por la calle San Diego y luego, entre campos y viñedos, por la actual Gran Avenida, hasta llegar a la estación del poblado de Lo Cisternas. Desde allí, un “ferrocarril de sangre” (tirado por animales) entraba a la Población hasta la plaza Cervantes. El viaje duraba en torno a una hora.

El año 1909 la directiva de la Comunidad, encabezada por su presidente Antonio Montero Bindis, organizó la ceremonia inaugural de la Población Nueva España, fijándola para el 12 de octubre. Fecha en que además conmemorarían el arribo de Cristóbal Colón a América y celebrarían la fiesta de la Virgen del Pilar. Llegado el esperado día, acudió una multitud de españoles con sus familias, deseosas de participar de los actos programados en esta cita campestre en torno a la Plaza Cervantes. Relata un cronista que “A tanto llegó el entusiasmo y la concurrencia de público que la fiesta hubo de repetirse al año siguiente”.

Imagen de la Virgen del Pilar entronizada el 12 de octubre de 1910.

A inicios de 1910 un grupo de señoras de los comuneros reunió fondos con el fin de encargar la confección de una imagen de la Virgen del Pilar y alzar un pequeño santuario para ella. Con premura la Comunidad se ocupó del basamento y arreglos necesarios para asentar la efigie sagrada en un terreno situado en la calle que lleva su nombre. De modo que ese año junto con la segunda celebración del 12 de octubre se entronizó solemnemente la Virgen en el mismo lugar en que hasta hoy se halla. Como consecuencia del carácter multitudinario que alcanzaron los festejos, el año 1911 se trasladaron a los espacios abiertos de la Quinta Normal y poco después a los del Parque Cousiño (actual Parque O’Higgins). Asimismo, animados por este ejemplo, en las provincias del norte y sur de Chile las respectivas colonias de inmigrantes españoles comenzaron también a desarrollar actividades conmemorativas públicas ese día. Desde 1911 la fiesta comenzó a ser reconocida por el gobierno chileno concurriendo a ella el ministro del Interior y otras autoridades. Una década más tarde, en 1921, se instituyó oficialmente el 12 de octubre como día feriado local. España lo había hecho en 1918.

Algunos apuntes finales acerca de la Población Nueva España. Hasta que fue inaugurado el Estadio Santa Laura en 1923, situado en la comuna de Independencia, la Población acogió un gran número de festividades de la colectividad española. Allí los gallegos celebraron su primera fiesta institucional el 6 de enero de 1914 y los riojanos festejaron a su patrón San Mateo a lo largo de varios años. La Población fue la meta o largada de pruebas atléticas y ciclísticas de largo aliento, entre otras actividades deportivas. El vínculo de la colonia con la Población que más tiempo perduró, hasta inicios de la década de 1940, lo constituyeron las romerías efectuadas por las damas españolas. Estas, ataviadas con trajes típicos, llegaban hasta el santuario al aire libre de la Virgen del Pilar los 12 de octubre, ocasión en que se efectuaba una misa de campaña.

Hoy, transcurrido más de un siglo de su inauguración, la Población Nueva España –que ha visto grandes cambios con el paso de las décadas–, sigue manteniendo su impronta fundacional, singularizada por su nombre, el de sus calles y por la devoción que la Virgen del Pilar concita entre sus vecinos.

Agradecimientos: A D. Rolando Chateauneuf Deglin, quien gentilmente respondió mis consultas sobre algunos aspectos de la Población Nueva España.

Publicado en: La Gaceta Digital nº6 (Julio, 2021): p. 2, editada por AIECH (Asociación de Instituciones Españolas de Chile).

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LAS DESVENTURAS DE DOS ANARQUISTAS CAMERANOS EN EL NORTE DE CHILE

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Localización: Belezos: Revista de cultura popular y tradiciones de La Rioja, nº 9 (2009): 52-57. Para ver el texto hacer click en el título superior.

URL: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2954359

Las-desventuras-de-dos-anarquistas-cameranos-en-el-norte-de-Chile-1

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