Por Juan Antonio García-Cuerdas
A aquellos que hemos sido socios de Estadio Español desde hace varias décadas, se nos hace fácil recordar la figura de Xavier Ubach Sabaté (Barcelona, 1917-Santiago de Chile, 2004). Le veíamos día a día recorriendo las diversas dependencias del Estadio con mirada vigilante o los fines de semana en el Casino departiendo afectuosamente con sus innumerables amigos, lo cierto es que parecía que siempre estaba ahí.
Y no podía ser de otra forma ya que durante treinta y un años consecutivos, a partir de 1959, sirvió los cargos de Director Social y Cultural, Secretario, Vicepresidente y finalmente Presidente los últimos quince años. Un verdadero récord de permanencia en el Directorio de nuestra institución.
D. Xavier llegó a Chile en 1952 y poco después casó con Hilda (Nena) Gili Bisbal, hija de catalanes residentes oriundos de Capellades. De manera que su catalanidad la pudo plasmar familiarmente en el cultivo de las tradiciones y lengua materna con sus hijas Meritxell y Georgina y su nieto Manuel Mayo Ubach.
Sin embargo, su acendrado catalanismo lo compatibilizaba sin obstáculos con un intenso amor por lo español, y más allá, por el legado de España en América, lo que lo convertía también en un hispanista de fuste. Todos estos afectos los transmitió a su familia que siempre lo acompañó en los diversos desafíos que asumió. Porque no sólo Estadio Español supo de sus desvelos, también fue Presidente del primer Consejo de Residentes Españoles en Chile, Consejero durante cuatro años del Consejo General de la Emigración en España, Director y Vicepresidente de la Asociación de Instituciones Españolas de Chile y Director del Instituto de Cultura Hispánica.
Su paso por Estadio Español y las huellas de su gestión se han mantenido indelebles a través del tiempo y están asociadas a una gran parte de la historia de esta entidad. Desde un comienzo tuvo una clara visión, inspirada en la de los fundadores, de lo que debía llegar a ser Estadio Español y esa fue la misión que se propuso. Tendría que ser una institución que acogiese a todos los miembros de cada familia y en la que a su vez las familias se relacionasen social, cultural y deportivamente. Y ello dentro de un ambiente en que lo hispánico lo permease todo de manera sutil.
Xavier Ubach fue siempre un gran aficionado a la lectura, a los deportes y a la música, de tal manera que sus afanes directivos y sus realizaciones se orientaron primordialmente a estas áreas. Así, fueron surgiendo trinquetes renovados para la práctica del frontón, camarines, un magnífico gimnasio, una cancha de fútbol y otras obras. Las cuatro Ramas existentes hasta entonces: Tenis, Frontón, Bolera Asturiana y Bolera Burgalesa, se incrementaron gradualmente. Como Director Cultural en 1961 tuvo la feliz iniciativa de promover la ejecución de danzas españolas mediante clases de baile a cargo de su gran amigo el maestro Antonio Larrosa Andreu, embrión de lo que posteriormente sería la Rama de Danzas. Sin duda, ejerció un liderazgo positivo en que se conjugaban su modestia de hombre de bien y su espíritu realizador. Creía que Estadio Español era un obra destinada a perdurar y que ello se lograría sólo por “la acción mancomunada de muchas voluntades” a lo largo del tiempo.
Su amplia cultura autodidacta lo convirtió en un hombre ilustrado que se prodigaba en sus conversaciones participando en la “Cofradía del Buen Yantar y de la Palabra” y en los “Caballeros de la Mesa Redonda”, grupos de amigos que se reunían periódicamente. Aquellos que alguna vez recurrimos a su consejo también encontramos acogida y palabras sabias que hasta hoy agradecemos.
Como es de suponer, recibió merecidamente una gran cantidad de distinciones honoríficas de variadas instituciones a lo largo de su trayectoria, siendo las de mayor relevancia la Real Orden de Isabel la Católica y la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, ambas concedidas por S. M. el Rey Juan Carlos I de España.
El año 2000, con motivo del 50 aniversario de la fundación, señalaba que durante sus largos años en el Directorio de Estadio Español apreció como se iba consolidando “la creación de un ente de cuerpo y alma”, anhelo principal de los fundadores y de sus continuadores. Decía sentir que flotaba en el ambiente “un aura invisible” que se percibía en el espíritu familiar que imperaba, en el trato cordial entre los socios, en la actividad cultural, en la asistencia a la misa dominical oyendo al coro, asistiendo a las actuaciones teatrales, vibrando con las danzas españolas y el folklore chileno, viendo a los niños jugar y saltar alegremente, observando la serenidad de los ancianos en su lento caminar y asistiendo como espectadores a los deportes practicados por los jóvenes. Finalmente sentenciaba: “Todo el cúmulo de estas sensaciones y vivencias, sentidas en forma íntima e intangible, nos perfilan la existencia del Alma del Estadio Español”. Ayer, tal como hoy…
Publicado en: Revista Estadio Español nº 8 (Marzo, 2015): pág. 2. Editada por Estadio Español de Las Condes.