JOSÉ MARÍA VIGUERA IZURIETA (expresidente de la Sociedad Benéfica La Rioja de Chile y un inolvidable riojano de pro)

Por Juan Antonio García-Cuerdas

José María Viguera Izurieta, o Choche, como le conocíamos todos, nació en Ortigosa de Cameros en 1933. Llegó a Chile cuando apenas se empinaba sobre los catorce años de edad junto a sus padres y hermanos, para radicarse definitivamente en este país. Los primeros años fueron de mucho trabajo y esfuerzo hasta que el grupo familiar logró independizarse comercialmente y establecer con gran éxito la casa Iregua, que llegaría a ser una acreditada marca de venta de menaje, cristalería y regalos para novios que perdura hasta hoy.

El rigor del trabajo diario no le impidió practicar la pelota vasca en los frontones del Estadio Santa Laura y luego del Estadio Español, donde lució su destreza muchos fines de semana. Tampoco afinar su garganta y cantar unas encendidas jotas, que en todos los encuentros sociales eran pedidas por los asistentes para cerrar una fiesta que fuese digna de ser recordada. Él estaba siempre dispuesto a participar y colaborar en lo que viniera, con una alegría y un carisma que le granjeaban amigos por donde quiera que fuese.

Era un enamorado de su tierra riojana y de su pueblo, donde viajaba con la mayor frecuencia que podía junto a la Juanita, su mujer. Allí en La Rioja, y sobretodo en la Sierra de Cameros, era un personaje conocido en variados ámbitos. Gozaba incluso de la especial consideración de las autoridades principales de la provincia, fueran de uno u otro bando político, pues Choche estaba por encima de banderías o partidismos. Era un riojano en estado químicamente puro.

Entrado en la cincuentena decidió abandonar el día a día en sus negocios e integrarse en las actividades de la colectividad riojana, primero como director en 1984, luego como vicepresidente entre 1985 a 1990 y finalmente como presidente de la Sociedad Benéfica La Rioja entre los años 1990 y 1995.

Su desempeño esos años fue sobresaliente, se convirtió en un líder emprendedor, lleno de ideas y de energía que nos transmitía a los que estábamos a su lado. Supo vislumbrar con claridad que el desarrollo de la colectividad riojana debía vincularse al Estadio Español y proyectarse en su interior. Al asumir como presidente en 1990 se impuso como objetivo principal que los riojanos tuviesen una casa propia al interior de esa institución. Con este fin se acercó al entonces presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja, José Ignacio Pérez Sáenz, para solicitarle el apoyo económico de esta, con el fin de edificar un inmueble, encontrando rápido eco en aquél. A mediados de septiembre de 1991, con el financiamiento asegurado, se colocó la primera piedra. Fue una entrañable ceremonia, en que se utilizó zurracapote para la mezcla del cemento, simbolizando la mixtura de culturas y voluntades que se daban la mano en esa ocasión. Casi un año después, en noviembre de 1992, se celebró en el Estadio Español de Santiago de Chile el Segundo Congreso Mundial de Centros Riojanos, oportunidad en la que se procedió a la inauguración del así denominado Rincón Riojano, que hacía realidad los anhelos de un grupo de soñadores y de toda una colectividad.

Un cuarto de siglo ha pasado desde entonces, y los que fuimos parte de ese esfuerzo conjunto recordamos de manera entrañable a aquellos que ya no nos acompañan, pero especialmente a Choche, fallecido en 2007, quien fue alma, brazo y corazón de esa iniciativa.

Si la verdadera muerte es el olvido, seguiremos recordando a Choche aún por largo tiempo mientras resuena en nuestra mente su voz recia y profunda cantando “… ese toro enamorao de la luna…” y sobretodo aquella otra “… fina y galana, la virgen de Valvanera…”.

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Publicado en: Revista Anuario La Rioja, nº 88 (Septiembre, 2018): p. 4. Editada por la Sociedad Benéfica La Rioja de Chile.

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